"El simple acto de elevar cualquiera de los sentidos aislando uno de ellos, siempre crea una conexión emocional."
David Lynch
Durante mi infancia ella me cuidó de todas las formas posibles: me protegió del frío con suéteres que me tejía, de que no me salieran juanetes por correr descalza con los pies calientes y de que no me dolieran las anginas tras comerme los granizos que pescaba en una palangana de metal antes de que cayeran en el piso del patio.
A diario iba por mí al colegio, me cambiaba y doblaba mi uniforme y mientras yo me lavaba las manos, ella entraba a la cocina. Cuando la comida estaba lista se paraba justo ante el primer escalón del caracol de la escalera y me gritaba: ¡a comer Chaparrita! El aroma de la comida subía mientras yo corría bajando por las escaleras tras pararme como resorte del escalón donde esperaba impaciente. Tenía la barriga llena de hambre, mi abue no me dejaba comer nada antes de sentarme a la mesa porque decía que había que esperar a estar todos juntos y comer con los demás.
Ya en mi lugar y con los pies colgando de la silla porque aún no tocaba el piso del comedor, mi abue me servía el clásico de todos los días: sopa de pasta. Lunes de fideos, martes de munición, miércoles de moñitos, jueves de caracol y mi favorita: viernes de letras.
Era increíble mover la sopa de letras con la cuchara y ver formarse sílabas en mi plato humeante y con olor a caldillo de jitomate y perejil con esa consistencia y sazón que sólo las abuelas de siglos pasados heredaron como un don ancestral. Me entretenía tanto encontrar sílabas, como buscar los nombres de los objetos y lugares que a esas alturas de tercero de primaria conocía: verbos en infinitivo o conjugados como en las clases de español, nombres de héroes mexicanos o de países y ciudades de mis clases de historia y geografía, palabras de las que no tenía ni idea pero al preguntar por ellas, alguien en la mesa las definía, signos de exclamación cerca de un YES! en inglés, letras rotas por exceso de cocción, sopitas de otras figuras incluidas por accidente… en un simple plato había tanta diversión.
Sin decirlo, mi abue aprovechó mi entusiasmo de los viernes para enseñarme sin palabras conceptos que entonces para mí no tenían nombre, como apreciar comer juntos en familia, la ternura que hay detrás de un plato de sopa caliente hecho con el cariño de alguien que te ama o descubrir con sorpresa cómo un platillo tan simple como una sopa puede llenar con tanta alegría el inicio de un fin de semana y un corazón.
Durante más de una década mi abue no sólo puso frente a mí palabras a la mesa, también me dio lecciones de vida en cada cucharón. Me mostró a qué sabe la generosidad, el amor incondicional y la belleza de lo cotidiano. En silencio me enseñó universos de sabiduría, fueron enseñanzas de esas que a veces sólo cobran sentido con el tiempo o la distancia, como cuando sentado a la mesa los pies ya tocan el piso de tu propio comedor o cuando habitando en un país lejano, te sientas a la mesa frente a un plato de sopa de letras añorando la alegría de comer en familia y de compartir la charla que se da, en la búsqueda de palabras inexistentes.

Un espacio donde la creación y la expresión son el centro de este mini universo. Aquí los protagonistas son los temas y las palabras son su fuerza de gravedad. Esta es mi forma de mostrar lo que soy en este espacio-tiempo y cómo percibo desde el nivel de Mario Bross donde me encuentro, la realidad.

Estratega en comunicación, creatividad y marketing con más de dos décadas de experiencia en el mundo de la publicidad, el diseño y la comunicación visual y corporativa.
De extracción 100% copy, consultora en branding y marketing para marcas y emprendedores, creadora de contenidos y fan de la nieve de limón .

Que lo que hagas te importe y mucho. Solo si un proyecto o idea es honestamente relevante para ti vas a poder poner en él tu tiempo y tu mejor energía.
Las emociones y creaciones humanas serán las reinas del futuro tras el cambio de paradigma laboral 4.0 y del mundo como lo conocemos gracias a la Open AI y a las ciencias de datos.

Pensamiento crítico
Dicen que pensar es gratis y que aunque todos decimos que lo hacemos, en la práctica no es así. Pensar críticamente exige cuestionar, investigar, analizar, evaluar, comparar, considerar el abanico de soluciones y construir opiniones propias.
Empatía
Súper poder humano aún irreplicable y necesario en un mundo tan automatizado.

Licenciada en Ciencias de la Comunicación por el TEC de Monterrey, Campus Monterrey + Maestría en Comunicación y Lenguajes Visuales por el Instituto de Investigación en Comunicación y Cultura, ICONOS.
Certificaciones en: Emotional Marketing, Digital & Consulting Management , Estrategia y Creación de Contenido Digital, Storytelling enfocado en Marcas & on...
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